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Cámara Nacional de Comercio
        Esa unidad de criterios fue el motivador de los timoneles de la CÁMARA NACIONAL DE COMERCIO. El costo de oportunidad
        para ellos fue muy alto y la misión riesgosa. Es que a menudo, el trabajo de nuestros predecesores disintió de la posición
        ideológica o de las necesidades circunstanciales de quienes ejercieron el poder político, cuya agenda suele no coincidir
        con la visión institucional que tiene metas a largo plazo y están exentas del interés personal.



        Sucedió cuando Bolivia debió dejar atrás la sociedad conservadora que lastraba nuestras ansias de trascender al
        mundo. Cuando las consecuencias de la Guerra del Chaco abrieron paréntesis de violencia revolucionaria por lo general
        improductiva en el balance nacional. Cuando la pugna ideológica entre la dictadura del proletariado y la imposición
        universal de los designios capitalistas nos enfrentaron sin beneficio de inventario. Cuando el empresariado privado
        levantó las banderas de la democracia frente a la tiranía. Cuando hicimos causa común contra el depredador silencioso
        de la hiperinflación. Y hoy, cuando nos mantenemos en la trinchera de siempre contra la pobreza y la exclusión.



        Creo que nuestro gran desafío en la hora actual es promover mayores acuerdos con el Estado, felizmente percibimos
        una mayor predisposición al diálogo por parte del gobierno nacional. Estamos preparando a los mejores elementos
        humanos, mujeres y varones, para trabajar en la nueva etapa política y social que vive el país y esperamos afinar
        nuestra relación con los poderes democráticamente electos.



        Hemos establecido, gracias a un extenso estudio de la realidad nacional, lo que puede razonablemente esperar Bolivia
        de sus potencialidades y de su gente. Sabemos cuánto y dónde tenemos que invertir para lograr tasas posibles de
        crecimiento en el tiempo. Hemos rescatado y quisiéramos que se pongan en práctica algunas buenas ideas que se
        han dado en otros países, por ejemplo ventajas tributarias para generar más empleo o formalizar al sector informal.
        Quisiéramos participar de un modelo de desarrollo, pero tenemos que ponernos de acuerdo con el Gobierno Nacional
        de manera que su proyección estratégica e histórica coincida con las variables económicas y geopolíticas de un mundo
        global, sin fronteras territoriales ni ideológicas y privilegiando las respuestas adecuadas a esa terca realidad a la que
        hicimos alusión.



        Creemos que este 125 aniversario de nuestra Cámara, es un momento que pide prudencia en el manejo del Estado,
        de las instituciones y de las familias. Por supuesto estamos de acuerdo con el uso estatal de las reservas acumuladas
        durante el últimos tiempo, pero creemos que los gobernantes deben ser más selectivos en las inversiones que deban
        realizar. La disponibilidad de divisas va a reducirse y es necesario crear mecanismos para generar otras nuevas, en
        actividades distintas a la exportación de gas y minerales. Creemos que se debe trabajar en un plan de emergencia para
        fomentar nuevos rubros de exportación.



        Sería bueno cambiar algunas cosas, eliminar los obstáculos a las inversiones y diversificar nuestra matriz productiva,
        por ejemplo. Creemos que en lugar de criticar al sector privado se deben crear incentivos y ofrecer seguridades a
        la inversión. Se ha promulgado la Ley de Inversiones, que consideramos una norma con potencial, que permite dar
        incentivos que atraigan mayor inversión en sectores y regiones estratégicas de nuestro país. Esta es un área donde
        rápidamente  podemos  avanzar  para  mostrar  la  voluntad  de  respaldo  a  las  inversiones.  Otra  Ley  importante  que
        complementa la Ley de Inversiones es la Ley de Conciliación y Arbitraje, que está en plena revisión. Consideramos
        que es importante tomar en cuenta las observaciones que el sector privado ha planteado a esta Ley. Lo importante es
        generar mayor confianza y hay que trabajar en ello. Mayor inversión privada equivale a crear trabajo e ingresos para el
        Estado. Así lo están esperando sobre todo los jóvenes, que reclaman su propia oportunidad en la vida, pero que tienen
        frente a sí una legislación laboral muy poco adecuada para sus afanes.



        Ya no podemos permanecer inmutables ante el crecimiento constante de la informalidad que hasta ayer fue del 60%,
        hoy llega al 70% y mañana quién sabe. El resultado sería el fin del Estado de Derecho y la desinstitucionalización sería
        total.  No basta decir que todos somos iguales y que las reglas deben ser iguales para todos; hoy es necesario hacer
        que esos postulados sean verdades. Ya no se debe apretar solo a unos pocos, casualmente los mismos que están
        representados en estas Cámara, pues es comprensible la molestia de quien contribuye al país pero su vecino está
        dispensado de hacerlo.







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